Cinnamon Tales |
¡Ya estoy aquí de nuevo! Después de algún que otro altibajo... vuelvo a la carga con nuevas recetas. Y es que últimamente no he tenido la cabeza para la repostería, así que he dejado algo abandonado el blog.
Pero aquí estoy de nuevo disfrutando como siempre de la cocina... y qué mejor manera que con esta receta que hace honor al nombre del blog...
Como bien sabéis, me encanta la canela... el delicioso olor que desprende, su envolvente sabor y ese tono tostado que le da a los bizcochos... para mí, su aroma es el olor de la Navidad. Y no es que tenga reservada esta maravillosa especia sólo para estas fechas. Al contrario, espolvoreo una cucharadita todos los días en mi café matutino... así puedo disfrutar de un trocito de la Navidad al comenzar el día...
Pero aquí estoy de nuevo disfrutando como siempre de la cocina... y qué mejor manera que con esta receta que hace honor al nombre del blog...
Como bien sabéis, me encanta la canela... el delicioso olor que desprende, su envolvente sabor y ese tono tostado que le da a los bizcochos... para mí, su aroma es el olor de la Navidad. Y no es que tenga reservada esta maravillosa especia sólo para estas fechas. Al contrario, espolvoreo una cucharadita todos los días en mi café matutino... así puedo disfrutar de un trocito de la Navidad al comenzar el día...
¡Qué cursi suena esto! pero es que, aunque suene típico, para mi la Navidad es la mejor época del año. Me encanta decorar la casa con motivos navideños, crear mi propio calendario de Adviento, el increíble alumbrado de Navidades por las calles de Madrid, la música, quedar con gente que hace casi un año que no ves...con la excusa de que es Navidad, el volver a mi casa en Santander para estar con mi familia... y así hasta un sin fin de cosas más.
Pensar en la Navidad me da alegría y no os vayáis a creer que soy de esas que se vuelven locas comprando regalos y preparando comidas carísimas para estas fechas. No me gusta regalar por regalar...con lo que normalmente en mi casa no hacemos regalos de Navidad, a no ser que realmente hayamos encontrado algo "perfecto" que regalar. Siempre cae algún detallito... pero no es más que eso, un detallito que colocar debajo del árbol.
Pues bien, despues de este rollo que os he soltado, vamos al grano con la receta. La he sacado de la web Joy of Baking, de la que ya os he hablado en alguna ocasión. Me gusta porque ponen recetas "testadas", es decir, que cuando las hacéis, salen a la primera y no os encontráis con una desagradable sorpresa de que el resultado obtenido no tiene nada que ver con la foto que ellos publican. Hay miles de páginas de repostería en la red y no se si os habrá pasado a vosotros, pero algunas veces, las cantidades de las recetas que se publican no son las correctas... y entonces os preguntáis..."¿pero qué he hecho mal? Si he seguido la receta al pie de la letra...." Pues ese ha sido el error....seguir una receta en la que las proporciones están mal! Estas cosas me dan muchísima rabia... Todavía recuerdo aquel primer Roscón-Piedra de Reyes....
En fin, que me desvío del tema. Aquí os dejo la receta para que probéis a hacerla. La unión de la canela y la miel es inmejorable.
Ingredientes:
2 cups de harina de todo uso
1 cucharadita de bicarbonato de sodio
1/4 cucharadita de sal
1 cucharadita de canela molida
1 cucharadita de jengibre molido
1/2 cucharadita de clavo molido
1/2 cup de mantequilla sin sal, a temperatura ambiente
1 cup de azúcar moreno (yo puse algo menos para que no fueran tan dulces)
2 cucharadas de aceite de girasol
1/3 cup taza de miel o miel de caña (melaza)
1 huevo grande
1/2 cucharadita de extracto puro de vainilla
Decoración:
1 cup de azúcar blanco
Elaboración:
En un tazón grande tamizamos la harina, el bicarbonato de sodio, la sal y las especias.
En otro bol ponemos la mantequilla a temperatura ambiente junto con el azúcar y batimos enérgicamente hasta que nos quede una mezcla cremosa. Añadimos el aceite, la miel, el huevo y el extracto de vainilla y volvemos a batir hasta que todos los ingredientes se mezclen bien.
A continuación incorporamos la harina y con la ayuda de una cuchara de madera vamos integrando bien a la mezcla. Ahora toca ensuciarse un poco las manos (lo más divertido si tenéis niños). Cuando veáis que la mezcla ya no es tan pegajosa, continuamos amasando con las manos durante unos minutos y formamos una bola que envolveremos con papel film. Metemos en la nevera para que enfríe la pasta hasta que esté firme (mínimo 2 horas, aunque yo la dejé toda la noche).
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Precalentamos el horno a 190ºC. Forramos la bandeja del horno con papel de hornear o si tenéis láminas de silicona también nos vale.
Coloque alrededor de 100 gramos de azúcar blanco granulado en un plato hondo. Vamos formando bolitas de 2,5 cm más o menos y las rebozamos en el azúcar sin presionar demasiado para que no pierdan la forma redondeada. Colocamos sobre la bandeja del horno dejando unos 5 cm de distancia entre cada bola. Con la parte inferior de un vaso o con la mano, vamos aplanando ligeramente las galletas. Horneamos durante unos 9-10 minutos, o hasta que se vayan agrietando ligeramente.
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Sacamos del horno y dejamos enfriar sobre una rejilla. Si resistís la tentación y os duran más de un día en casa, podéis almacenarlas en un recipiente hermético. Durarán hasta 6 días.
Espero que las disfrutéis tanto como hemos hecho nosotros esta noche...a ver lo que nos duran!
Espero que las disfrutéis tanto como hemos hecho nosotros esta noche...a ver lo que nos duran!
¡Feliz Diciembre, Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo! Hasta aquí me ha llegado el olor de la canela en el horno.
ResponderEliminarBesos: Sol.