sábado, 30 de abril de 2011

La Bretaña francesa

Este viaje lo hicimos en mayo de 2007 y duró 5 días. Fue un poco paliza ya que salimos desde Madrid y nos costó llegar a Burdeos cerca de 8 horas. ¡Pero mereció la pena!

La verdad es que esta región de Francia más parece una provincia de Inglaterra o Irlanda. Sus gentes son tan campechanas y alegres como los mismísimos irlandeses y sus prados y colinas nada tienen que envidiar a la campiña inglesa. Además, a mi que me encanta todo lo celta, en Bretaña hay numerosos vestigios del pasado britano que forjó esta tierra.

Nuestra primera parada fue Burdeos. Es una ciudad llena de estudiantes, lo que conlleva mucha vida nocturna, terracitas donde poder tomar algo y bicicletas por todos lados. Lo cierto es que tuvimos suerte y como el tiempo nos acompañó, la ciudad nos pareció una especie de Salamanca pero en versión francesa.
Desde el siglo III se la conoce "La pequeña Roma". La Edad Media fue la época de la expansión económica de la ciudad gracias al comercio del vino. Burdeos se encuentra en la ruta del Camino de Santiago, y algunos de sus monumentos se encuentran actualmente inscritos en el Patrimonio Mundial de la UNESCO.
La catedral de San Andrés es el más destacado de los antiguos templos de la ciudad de Burdeos. Las partes más antiguas de la misma pertenecen al siglo XI, pero la mayor parte del trabajo es posterior, de un gótico clásico. El Juicio Final, en la Puerta Real, es interesante.

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El Gran Teatro fue construido entre 1773 y 1780 por el arquitecto Víctor Louis. Se trata de uno de los edificios más bellos de Francia en su género. Su estilo clásico, con su columnata y las doce estatuas que representan a musas y diosas, hacen de su fachada una grandiosa obra de arte.
La plaza de la Bolsa es otro enclave que muestra el poderío de la ciudad de Burdeos en los siglos XVIII y XIX. Durante la revolución se desmontó la estatua real, dedicada a Luis XV, y en 1864 se situó en su lugar la fuente de las Tres Gracias.
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Después de pasar un día entero en Burdeos, paseando por sus calles, nos dirigimos a Saint Emilion, un pequeño pueblo a unos 16 km de Burdeos famoso por el vino del mismo nombre que se produce en sus alrededores.
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Patrimonio mundial de la UNESCO, este pueblo medieval, está construido sobre un semicírculo de colinas frente al río Dordogne. Sus calles son estrechas y escarpadas. Eso si, ¡están llenas de turistas!
El nombre de Saint Emilion se debe a Emilion, un celta convertido en benedictino que adoptó como ermita el nicho de una fuente en el siglo VIII. Poco a poco se comenzó a construir una impresionante ermita, aumentando la bóveda y creando un baptisterio. Sus sucesores continuaron excavando la montaña hasta crear un conjunto arquitectónico increíble.

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Si os gusta el vino tinto, es un buen sitio para comprar en sus diversas bodegas.

Tras disfrutar de un veraniego día en Saint Emilion nos dirigimos hacia Nantes para hacer noche. Como es una ciudad pequeña, se ve fácilmente en un día. Además, si tu objetivo son los maravillosos pueblecitos de la Bretaña, no merece la pena perder mucho tiempo en ella.
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Así pues, pasamos la noche en Nantes para al día siguiente adentrarnos en la Bretaña. El hotel en Nantes fue normalito, un tres estrellas algo caro (aunque allí era todo caro) pero limpio. Debió haber sido un gran hotel en sus días pero ahora se ha quedado bastante anticuado. Al entrar da la sensación de haber retrocedido unos 70 años. Se llama Hotel de France y está muy céntrico. Además, si os queréis dar un capricho, hay un restaurante muy rococó justo en frente en el que se come bastante bien. Eso si, lo pagas.

El día no amaneció tan soleado como los anteriores, pero por lo menos no llovía. La primera parada del día sería Josselin. Hay que meterse por carreteras secundarias pero realmente merece la pena. Están salpicadas de pueblecitos con encanto, monumentos conmemorativos a soldados caídos en la Primera y Segunda Guerra Mundial y campos tan verdes como los de mi tierra.

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Nada más llegar, te tropiezas con su impresionante castillo de cuento de hadas. Llamado también Château de Rohan, fue construido en 1140, aunque ya desde el siglo XI existió un castillo en el mismo lugar. Tiene tres torres majestuosas que dominan el valle de l'Oust, y una fachada gótica-flamenca.
Estuvo y sigue habitado por los Rohan. Su aspecto exterior es el de una poderosa fortaleza de cimientos macizos, con tres torreones cilíndricos del S.XIV.
La plaza es el centro neurálgico del pueblo, puesto que aquí se encuentran la mayoría de restaurantes. 
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Un poco más adelante se encuentra la Basílica de Notre Dame du Roncier, que fue construida en el S.XII aunque reconstruida en el S.XV entre el estilo arquitectónico de la Loire y el específico de la Bretaña. Merece la pena verla por dentro, a mi particularmente de todas las iglesias que he visitado, ésta es una de las que más me gustan.

Después partimos hacia otros dos pueblecitos encantadores, Malestroit y Rochefort-en-Terre. Son muy distintos el uno del otro, pero igualmente encantadores.
Malestroit es una villa medieval del mismo estilo que la anterior pero más pequeña y acogedora. Las típicas casas con vigas de madera pueden observarse en cada rincón del pueblo.
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Cuando llegamos a Rochefort-en-Terre ya se estaba haciendo de noche y para colmo nos comenzó a llover, con lo que no pudimos apreciar en su totalidad el encanto del pueblo. Todas las casas son de piedra, con Chateau (el cual no se podía ver), sus viejos palacetes que muestran el esplendor de épocas pasadas ...
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Tras dar un paseo pasado por agua por el pueblo, nos dirigimos hacia Vannes, último destino en nuestro viaje. Pasamos la noche en un bed-and-breakfast bastante bonito aunque algo caro llamado Villa Kerasy. Las habitaciones estaban bellamente decoradas, representando cada uno de los 15 destinos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. La hospitalidad de los dueños y la calidad de las instalaciones y servicios hicieron nuestra estancia muy acogedora.
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Vannes es la ciudad más característica del departamento de Morbihan. Es una ciudad portuaria, cuyo casco antiguo está repleto de las famosas casas con vigas de madera coloreada, tan características de esta zona de Francia.
Posee una muralla muy bien conservada cuya construcción fue iniciada por los romanos en el siglo III y ampliada por los duques de Bretaña en los siglos XIV, XV y XVII.
Para comer hay varias creperías con mucho encanto donde podéis probar los deliciosos crepes en sus múltiple variedades y una deliciosa sidra de Cornouaille en taza de loza. 
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Como es una ciudad pequeña se ve fácilmente en un medio día, así que ya de regreso de nuevo a Burdeos (donde teníamos previsto pasar la última noche) paramos en un par de pueblecitos mas, Auray y Quiberon.

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Auray es famosa por la iglesia dedicada a Santa Ana de Auray. Según la tradición, Santa Ana apareció al labrador Nicolazic para pedirle que reencontrase su estatua y construyese en el lugar una iglesia en su honra. Conforme previó, las personas irían a peregrinar al sitio donde la estatua estuviese y serían protegidas de los males. De hecho, millares de personas comenzaron a visitar el lugar, lo que con el pasar de los años transformó la región en un importante centro de peregrinación.
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Este pueblo fue también escenario de la famosa Batalla de Auray, en la Guerra de los Cien Años que enfrentó a Francia e Inglaterra por un periodo de 116 años. Auray tiene un precioso puerto del que no nos cansamos de hacer fotos. Justo en frente del puerto, sin llegar a cruzar el puente que lleva a la ciudad medieval, hay una tienda de pastas y galletas de mantequilla típicas de esta zona.


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Quiberon por su parte está situado en la punta de la península homónima y es el destino más turístico de la costa de Morbihan debido a sus extensas playas. No hay mucho que ver aparte de las playas, pero supongo que en verano debe tener su encanto.
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Y aquí terminó nuestro primer viaje a Bretaña, una región que nos enamoró completamente, tanto su gente como sus paisajes y su historia. Tanto nos gustó, que dos años más tarde decidimos repetir y volver a visitar este bello lugar. Pero esto es otra historia que ya os contaré más adelante. Por el momento que quedo con el sabor de un delicioso crepe de chocolate y la suave brisa que corre por estas tierras.


jueves, 28 de abril de 2011

Tarta de manzana


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Hoy es uno de esos días en los que echo terriblemente de menos Alemania. No sé por qué pero me ha entrado una morriña increíble... Me he acordado especialmente de los Weihnachtsmärkte (mercados de Navidad) con sus puestos de madera rústica llenos de figuritas artesanales y el delicioso olor especiado a Glühwein (o vino caliente). También me he acordado de mi bicicleta y de las tardes que nos pasábamos viendo alguna serie o preparando los regalos de Navidad mientras degustábamos algún dulce típico.
Así que me he puesto el delantal decidida a preparar una deliciosa tarta de manzana especiada. Esta tarta la suelo hacer en invierno para desayunar los fines de semana. No es excesivamente dulce y la harina integral junto con la acidez de las manzanas le dan el toque perfecto.
Ingredientes:
  • 1 yogur natural
  • 1 medida de yogur de aceite de girasol
  • 1 medida de yogur de azúcar moreno
  • 3 medidas de yogur de harina integral
  • 3 huevos
  • 1 sobrecito de levadura en polvo o polvo de hornear
  • 3 manzanas reineta
  • 1 cucharadita de canela en polvo
  • 1/2 cucharadita de jengibre en polvo (opcional)
  • 1 chorrito de zumo de limón
Preparación:

La base de esta receta es tomar como medida el vasito de yogur.
Precalentamos el horno a 180ºC.
Batimos los huevos en un bol y mezclamos con el yogur. Añadimos el azúcar y la canela y volvemos a mezclar bien.
Tamizamos la harina con la levadura y la vamos incorporando a la mezcla de huevos. A medida que vayamos añadiendo la harina, le añadimos también el aceite.

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Cuando tengamos una masa homogénea y sin grumos, volcamos sobre un molde desmontable, al que habremos untado previamente con mantequilla
Por otra parte, pelamos las manzanas y las troceamos a gajos. Les echamos por encima el chorrito de limón y las vamos colocando encima de la masa en sentido circular. Deberemos formar círculos concéntricos, de este modo quedará muy vistoso el bizcocho.
 Horneamos durante 40-45 minutos a 180ºC, o hasta que veamos que la punta de un cuchillo sale limpio al pinchar en el centro del bizcocho.
Desmoldamos y dejamos enfriar.
Este es un bizcocho que está buenísimo sólo, aunque se le puede acompañar con salsa de vainilla o crema.
¡Os dejo unas fotitos para que veáis como queda!


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sábado, 23 de abril de 2011

Omas Schokoladenkuchen (Bizcocho de chocolate de la abuela)

Esta es una de las primeras recetas que aprendí a hacer en Alemania. La he hecho tantas veces que ya me la se de memoria. Es un bizcocho muy sencillo de hacer y ligero con muchísimo sabor a chocolate, así que a los choco-adictos como yo les encantará.
Como iréis viendo a medida que me vaya animando a escribir recetas, no suelo emplear mucho azúcar en mis postres. Intento siempre dentro de lo posible hacerlos lo más sanos posible, si cargarle de excesivas grasas o azúcares. Así que si alguien es muy goloso, la cantidad de azúcar se puede modificar.

Dicho esto, aquí va la receta por si os apetece probar un día:
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Ingredientes: 190 gr harina de repostería
60 gr cacao en polvo
1 sobre levadura
180 gr azúcar moreno
1 cucharadita de vainilla
2 huevos
160ml agua
125gr mantequilla


Preparación:Precalentar el horno a 180º C.
En un bol, tamizar la harina con la levadura. Añadir el azúcar y la vainilla.
Batir a parte los dos huevos. Derretir la mantequilla al microondas, dejarla reposar hasta que se enfríe un poco e incorporarla a los huevos. Añadir esta mezcla a los ingredientes secos y batir hasta que no queden grumos. Ir añadiendo el agua lentamente. Habrá de quedar una mezcla bastante líquida.

Engrasar un molde de 20 cm con mantequilla y verter la masa en él. Meter en horno durante 45 minutos. Pinchar con un palillo para comprobar que está listo. Si sale seco es que ya se puede sacar, de lo contrario dejadlo un poquito más. Pero ¡ojo!, deberemos estar atentos, no se nos vaya a quemar.
Aquí podéis ver mejor lo esponjoso que queda... 

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En mi casa se acabó rápido, pero aguanta por lo menos 4 días.
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martes, 12 de abril de 2011

Primeros pasos

Este es un proyecto que tenía pendiente desde hace tiempo...y por fin me he decidido a hacerlo realidad. Mucha experiencia no tengo en esto de los blogs con lo que tendré que seguir el método "prueba y error".
Para comenzar, explicaré el por qué de este blog... Adoro viajar y adoro la repostería y crear este blog es una buena manera de reflejar mis experiencias en ambos campos. Es pues una especie de diario donde iré contando mis viajes y compartiendo mis recetas favoritas con quien me quiera leer. He de confesar que en lo que respecta a cocinar soy meramente una principiante. Hace poco más de un año, decidí probar a hornear mi primer pastel. Cogí un libro de recetas que me regalaron mis compañeros de piso en Alemania y me puse manos a la obra. El resultado no fue tan malo como imaginaba y me enganché a hacer más y más recetas.
Hasta ese momento, mis aportaciones en la cocina habían sido bastante reducidas... No obstante, he de confesaros algo, tengo la mala costumbre de no ceñirme a las recetas y crear las mías propias... me encanta inventar, lo cual por un lado es bueno en la cocina, pero lleva el riesgo inherente de que el resultado no sea exactamente lo que esperabas, es decir, comestible. :D
Como os decía, estoy dando mis primeros pasitos en mundo de la reportería así que de momento no tengo muchos utensilios y carezco de la amplia varedad de moldes que me gustaría tener... pero bueno, todo llegará! Algún día tendré mi propia cocina con isla en medio y con un horno de los de verdad... Aunque por el momento he de conformarme con la cocina de 4 metros cuadrados de mi piso de alquiler:

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Eso sí...el espacio está muy bien aprovechado, ¿no os parece? :D
En cuanto a lo de viajar......¡qué puedo decir! ¿a quien no le gusta viajar? Descubrir lugares nuevos, nueva gente, nuevas gastronomías y nuevas culturas. Desde que me fui de Santander he estado con la maleta a cuestas siempre... y no me puedo quejar porque me ha ido bastante bien. Así pues, mi intención es ir describiendo los lugares que he visitado, recomendando algún que otro pueblecito peculiar que se haya cruzado en mi camino, sitios en los que alojarse o comer algo rico, comentar un poco la historia del lugar... Siempre intento leer previamente algo sobre la historia del lugar que visito para así poder verlo con otros ojos.
En fin, me pongo manos a la obra y comenzaré por publicar mi primera entrada. La primera de muchas, espero!