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Aquí vuelvo a la carga con otra receta con mi ingrediente estrella: la canela. Se trata de otra de las deliciosas recetas que he descubierto en el libro The Primrose Bakery Book, del que ya os he hablado en otros posts. Esta vez os traigo unos ricos bollitos de canela que son perfectos para desayunar o merendar. Seguramente, si habéis estado en la tienda de comida de Ikea, los habréis visto. Se puede decir que son la versión escandinava de nuestras ensaimadas...
Son muy sencillos de hacer y el olor a canela que impregna la casa mientras los horneas es una auténtica delicia. Para aquellos que tengáis miedo al amasado, no os preocupéis. Yo soy un desastre... siempre que he intentado hacer pan, lo único que he conseguido sacar del horno, han sido piedras con forma de baguette! Pero estos bollitos son muy fáciles de hacer, se amasan perfectamente y si seguís las cantidades al pie de la letra, no vais a tener ningún problema. ¡Lo prometo!
275 gr. de agua tibia
5 gr. de levadura de panadería
4 cucharadas de azúcar blanco
600 gr. de harina de fuerza
1/4 de cucharilla de sal
175 gr. de leche tempada
75 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
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125 gr. de mantequilla a temperatura ambiente
250 gr azúcar moreno
1 1/2 de cucharilla de canela
1/2 de cucharilla de jengibre y clavo
1/4 de cucharilla de nuez moscada
Elaboración:
Primero disolvemos en el agua tibia la levadura y una cucharada de azúcar y reservamos.
En un bol grande, tamizamos la harina y la mezclamos con el azúcar y la sal con la ayuda de una cuchara. Añadimos la mantequilla en trocitos y mezclamos con las manos hasta que la harina se convierta en una especie de migas. Añadimos entonces la leche y el agua con la levadura y amasamos de nuevo hasta que queden todos los ingredientes bien integrados. Obtendremos una masa pegajosa que se quedará entre los dedos. No os preocupéis que luego se despega fácilmente. Nos limpiamos las manos y enharinamos una superficie plana y traspasamos la masa. Seguimos amasando unos 5 minutos, enharinándonos las manos de vez en cuando para evitar que la masa se nos pegue. Pasado este tiempo, la masa ya no será pegajosa, sino elástica y al pincharla con un dedo volverá rápidamente a su forma. No sé si se entiende esto... pero es más o menos lo que me ocurrió a mi.
Dejamos descansar la masa 10 minutos para que se enfríe y sea más fácil de manejar. Mientras podemos ir preparando el relleno. Unimos el azúcar con las especias en un bol y apartamos la mantequilla.
Entonces volvemos a nuestra masa y comenzamos a estirarla en forma de rectángulo. Untamos la mantequilla (yo lo hize con las manos) sobre toda la superficie del rectángulo y sobre ella echamos el azúcar especiado. Dejad unos 2 cencímetros del borde sin engrasar para evitar que se desborde la mantequilla.
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Ahora comenzamos a enrollar por uno de los extremos y con la aguda de un poco de agua tibia, sellamos el borde para que no se abra.
Con un cuchillo cortamos en 12 rollitos y los vamos colocando sobre una bandeja forrada de papel de hornear. Dejamos que doblen su tamaño en un sitio cálido durante al menos 40 minutos.
Cuando veamos que han aumentado lo suficiente y se han hinchado, los metemos al horno (precalentado a 180ºC) durante unos 18-20 minutos.
Cuando veamos que están doraditos los sacamos y listos para degustar. Están mejor recién hechos y algo calentitos, pero también se pueden envolver en papel de aluminio y guardar para el día siguiente.
También se les puede aplicar en caliente una cobertura de mermelada de albaricoque. Para ello calentamos al microondas 2 cucharadas de mermelada con 1 de agua y pintamos esta mezcla la superficie de cada rollito.
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