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| Cinnamon Tales |
Hoy ha hecho un domingo increíble en Madrid. Después de tantos días de lluvia y luego un horroroso (para mi) bochorno veraniego, se agradece poder disfrutar de un delicioso día primaveral. Y es que en Madrid la primavera pasa fugazmente casi sin enterarnos... o por lo menos eso el lo que a mi me parece.
Una de las mejores cosas que trae la primavera consigo son las fresas. Son sin duda una de mis frutas favoritas, me encanta su olor, su color, su sabor y la multitud de recetas que se puede hacer con ellas. Está riquísimas en ensalada, en confitura, al natural, batidas o como relleno de tartas. Además, como casi todas las frutas, son muy saludables. Tienen un alto contenido de vitamina C y son buenas para bajar el colesterol. Sus hojas, en infusión, tienen múltiples propiedades para la salud.
La receta de hoy es un versión del clásico " Apple Pie " . Para mi gusto, es una receta ideal para esta época del año, sumamente jugosa y refrescante. Además, el aroma que desprende durante su cocción impregna toda la casa y es genial.
Así que no me enrollo más y os dejo la receta:
Ingredientes:
Pasta brisa:
2 tazas y 1/2 harina
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de azúcar
200 grs. mantequilla fría
1/4 a 1/2 taza de agua helada
Relleno:
400 gr. de fresas
100 gr. de frambuesas
100 gr. de ruibarbo
6 cucharadas de azúcar blanco (o más… dependiendo de lo golosos que seáis)
Elaboración:
Lavamos las fresas, frambuesas y el ruibarbo y los cortamos en trocitos. Las frambuesas como son pequeñas, no hace falta. Si no encontráis ruibarbo, podéis poner cualquier otra fruta roja que os guste. Lo importante es que sea roja para que de este vistoso color al pastel.
Colocamos las frutas ya cortadas en un bol y espolvoreamos el azúcar por encima, dejándolo macerar durante una hora o más para que vayan soltando su jugo.
Mientras, vamos a preparar la masa. En otro bol mezclamos la harina, el azúcar y la sal. Añadimos la mantequilla en pequeños trozos y con la ayuda de dos tenedores vamos aplastando la mantequilla con la harina, amasándola hasta formar migas. De esta forma, al no utilizar las manos no calentaremos la masa demasiado.
Poco a poco, vamos añadiendo el agua fría a cucharadas hasta que podamos ligar la masa con las manos. Puede que no tengamos que utilizar toda el agua.
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Una vez podamos manejar la masa con las manos, la sacamos del bol y hacemos dos bolas del mismo tamaño. Las envolvemos en papel film y las dejamos refrigerar en la nevera durante 1 hora. De esta forma enfriaremos la mantequilla y haremos que el gluten de la harina se "relaje".
Pasado el tiempo, sacamos de la nevera una de las bolas y estiramos con el rodillo dándole forma de círculo. Acomodamos una de las mitades sobre un molde para tartas tipo “pie”. Volvemos a tapar con papel film y reservamos en la nevera.
Con el resto, formamos un rectángulo y cortamos en tiras con la ayuda de un corta-pastas. Con ellas haremos la parte de arriba de la tarta, así que de momento dejamos enfriar también en la nevera hasta que la vayamos a utilizar.
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Sacamos el molde de la nevera y echamos los frutos rojos con todo el jugo que hayan soltado. Si queréis darle un toque especial, podéis espolvorear un poco de azúcar avainillada por encima.
Sacamos el resto de la masa y vamos colocando las tiras con cuidado de forma que cubran la superficie de la tarta.
Dejamos refrigerar cerca de una hora antes de meterla en el horno. Transcurrido este tiempo, ponemos el horno a 200º y horneamos durante 50 minutos o hasta que la superficie esté doradita y rebose una deliciosa mermelada por encima.
Dejamos enfriar durante una hora mas o menos y ya podemos disfrutar de nuestra primaveral tarta de frutos rojos.
Se conserva perfectamente fuera de la nevera durante 3 días más o menos, cubierta con papel de aluminio para que no se reseque. Y si queréis darle una presentación algo diferente, con un toque de salsa de vainilla seguro hará las delicias de muchos.
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